viernes, abril 14, 2006

Fugó preso en Miami: caen director de prisiones, jefaturas y turnos de guardia


La fuga de un solo preso, utilizando sábanas para descolgarse y ganar la calle, derivó cuatro meses después en el pedido de retiro del director de prisiones de Miami, Charles McRay, la destitución de las autoridades de la cárcel y la disponibilidad de los integrantes del turno de guardia en el día de la evasión. El solitario y audaz evadido fue recapturado seis días después.

La falla del sistema, a pesar de ser burlada por un solo preso, fue sancionada duramente de acuerdo a como funciona en Estados Unidos el sistema y de acuerdo a los resguardos contra la delincuencia que la ciudadanía norteamericana exige a sus autoridades.

El costo de la falla, en términos de exoneración de personal y de exhaustividad en los sumarios que precipitó, dan testimonio de la sensibilidad con la cual la sociedad estadounidense observa la función de la cárcel.

El director de prisiones McRay, que abandonará su cargo el 1º de julio, subrayó que su decisión no había sido forzada por el gobierno de Miami y afirmó que sólo ''es una decisión personal”.

Sin embargo, el anuncio se produce cuatro meses después que la fuga del preso Reynaldo Rapalo del Centro Correccional Turner Guiford Knight, utilizando una soga hecha de sábanas y vestido con ropa de calle, la que precipitó una amplia investigación sobre el sexto sistema correccional estadounidense por su volumen. El Departamento de Rehabilitación y Correccional de Miami aloja alrededor de 7 mil reclusos en seis establecimientos y un centro comunitario correccional.

Firmado por David Ovalle, el gigantesco diario “The Miami Herald” en su edición del 5 de abril, recogió las declaraciones de McRay que formaron parte de un vasto informe periodístico sobre la crisis que produjo en el sistema carcelario de la región la fuga del preso condenado por violación en serie.

En medio de imputaciones de “desatención” del sistema carcelario formuladas a las autoridades políticas de Miami, el director de prisiones dejará su cargo cuestionado por sostener a jefaturas penitenciarias despreocupadas de “la baja moral, pobre entrenamiento, débil supervisión interna, tensión racial entre los agentes, falta de fondos y de personal” detalla The Miami Herald”. McRay, alcanzó la dirección del Departamento Correccional tras iniciar su carrera como simple oficial de una cárcel de Miami.

Paralelamente varios niveles de funcionarios carcelarios fueron destituidos y los agentes de guardia durante la fuga de Rapalo fueron puestos en disponibilidad mientras se completan las investigaciones sumarias.

Tras la evasión la policía y bomberos informaron que los edificios de las cárceles son “anticuados, el entrenamiento de los agentes pobre y la seguridad endeble” agrega el diario.

En su defensa el director de prisiones saliente argumentó en la entrevista el problema de financiamiento de la estructura penitenciaria. El sistema, con una planta de 2.400 agentes, cuenta con un presupuesto de $241 millones de dólares.

Tratando que no se repita un episodio similar el Departamento Correccional inició cursos de entrenamiento para los agentes destinados a hacerles advertir cuáles fueron las normas de seguridad que el preso logro superar.

Asimismo nuevos reglamentos obligarán desde mayo a que los detenidos tengan uniformes más livianos, en las celdas no podrán acumular vestimenta que puedan facilitar las fugas y ya se implementó un nuevo sistema de conteo de sábanas en las prisiones del estado

Otra visión
A pesar de las críticas Peter Newman, un sargento correccional en actividad, sostuvo que la salida de McRay no va a resolver los problemas de las cárceles: ''es un departamento carente de recursos; cualquiera que pongan al frente, si no le dan los recursos para hacer el trabajo, estará condenado al fracaso'' manifestó.

Corey Barney, presidente de la Organización de Empleados de Correccionales, pidió un reemplazante ajeno al sistema penitenciario de Miami, luego de señalar que no se debía considerar a directivos de las cárceles del condado “porque durante demasiado tiempo habían sido parte de un sistema en crisis” consideró Barney.

Para sustituir a McRay el administrador del condado de Miami, George Burgués, había recomendado inicialmente a Tom Allison, ex director de prisiones de Alachua y Orange. Sin embargo, no consiguió el apoyo del sindicato, los comisionados y los empleados correccionales, que le endilgaron tener vocación por impedir que los agentes se sindicalicen.-


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lunes, abril 10, 2006

Paro de guardias en Ecuador desnuda dura realidad carcelaria


El personal carcelario ecuatoriano “cerró” las penitenciarías el jueves y viernes último disconformes con los recortes presupuestarios al sector que se traducen en hacinamiento y carencias de la población penal, falta de pago de horas extras y ausencia de programas de mejora de la infraestructura de los edificios. Los guardias amenazan con extender el paro penitenciario en los próximos días si no son escuchados por las autoridades políticas.

La medida de fuerza de los agentes, no sindicalizados, dejó al descubierto una dura realidad carcelaria donde, por ejemplo, internas se prostituyen con la visita a cambio de dinero y la droga y el alcohol son corrientes en los pabellones, a pesar del riguroso trato penitenciario, según un informe aparecido en el tradicional diario “El Comercio” de Quito.

Ricardo Arteaga, vocero de los guardias, dijo a la prensa que el Ministerio de Economía ecuatoriano redujo drásticamente el presupuesto carcelario 2006, lo que fue ratificado por el director nacional de Rehabilitación Social, Rolando Terán, al reconocer que “se presentó una pro forma presupuestaria para el 2006 de 70 millones de dólares y nos dieron 31 millones”, precisó el funcionario.

Encaramado sobre esta medida Arteaga aseguró que “el dinero para alimentar a los internos solo alcanzará para este mes”, de acuerdo a lo reproducido por “El Comercio”. Los penitenciarios piden de 15 a 20 millones de dólares de aumento del presupuesto anual de 31 millones.

Después de quejarse porque “el gobierno no da ningún tipo de solución a los problemas del sistema carcelario”, el vocero de los agentes penitenciarios subrayó el hacinamiento que se vive en las cárceles del país debido a la falta de agilidad de los procesos judiciales: “de 13 mil internos, hay 9 mil que no han sido sentenciados y no se sabe si son inocentes o culpables”, explicó.

La situación en la Cárcel de Mujeres
El descontento laboral de los guardias que “cerraron” de las cárceles impidiendo el acceso a ellas –no se informó si se suspendió visita a la población penal- llevó al redactor de “El Comercio”, Jean Cano, a ingresar a la Cárcel de Mujeres de Quito que aloja a 547 internas en 12 pabellones.

El informe arroja un dato inicial que puede sorprender a los sistemas de otros países: el ecuatoriano contempla la extensión de la pena por mal comportamiento en la cárcel y lo ejemplifica con el caso de una detenida de origen colombiano, condenada por tráfico de drogas, que “hace cuatro meses cumplió su pena de doce años pero los partes por peleas alargan su encierro a nueve meses por cumplir” precisa el periodista.

El aumento de la pena por mala conducta aparece cuestionado en la nota cuando agrega que “decenas de mujeres no saben si están condenadas o tienen la oportunidad de obtener la libertad y esta falta de acceso a la justicia es uno de los problemas que las mujeres enfrentan” en un trance carcelario.

Según el diario quince detenidas entrevistadas se quejan “por vivir en permanente zozobra y chantaje debido a los continuos conflictos por deudas y porque hay consumo de drogas y alcohol en el presidio, mientras el ingreso de esas sustancias no para” informa el diario.

“En el pabellón de las internas más conflictivas, llamado Amazonas, el olor a base de coca es penetrante y si bien las reclusas admiten que la consumen, no revelan quiénes ingresan con estupefacientes al interior” puntualiza la nota periodística.

En otro pabellón una reclusa relata que no puede “lidiar” con una compañera de celda: “incluso cuando estamos leyendo la Biblia consume –droga- al lado de nosotras y no hay cómo decirle nada” se queja. M.B., referente de las internas, admite que la droga y el alcohol provocan problemas. “Sí, hay consumo en el interior” se limita a decir.

El texto de “El Comercio” es explícito cuando refiere que “los doce guías –guardias- y policías que custodian la entrada llegan a poner contra la pared a los visitantes para realizarles un minucioso cacheo en el que, incluso, llegan a rozar las partes íntimas de hombres y mujeres en búsqueda de droga”.

En el interior el personal controla el ingreso de las visitas a las celdas. Para que una interna pueda recibir visita conyugal y a sus familiares y amigos debe tener un boleto –pase- del Departamento de Tratamiento del penal.

En la cárcel de mujeres de Quito para ingresar a una visita íntima los hombres deben presentar “exámenes de Sida y psicológico para pasar a una celda” señala la nota, aunque no especifica si la celda es apta para el encuentro íntimo o parte del alojamiento común.

El texto es fuerte al referir que “la pobreza obliga a algunas de las internas a mantener relaciones sexuales con hombres de la visita a cambio de comida o medicinas”. Al parecer el tema no es fácilmente solucionable.

Otros rasgos de patetismo que pintan la situación carcelaria de este país sudamericano tampoco parecen de fácil solución aunque, con diferentes matices, el cuadro ecuatoriano se repite en toda la región.

Como se sabe las cárceles son una medida del desarrollo de un país.-

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