viernes, agosto 24, 2007

EEUU concentra 25% de los presos de todo el mundo

Según datos de diciembre del año pasado, Estados Unidos alojaba en sus 5 mil prisiones a 2,25 millones de reclusos, un 25% de la población penal del mundo según el especialista de ese país Glen Loury.

Con este número Norteamérica, con casi 300 millones de habitantes, encabeza holgadamente la cifra de índices de encarcelamiento, que trepa a 714 detenidos por cada 100 mil personas.
Esa tasa sextuplica la de su vecino del norte, Canadá, y es ocho veces mayor que la de Francia siempre según cifras oficiales.

Otros ejemplos que pueden analizarse con fines comparativos son la tasa de encarcelamiento de España, 140 reclusos por cada 100.000 habitantes, uno de los más altos del mundo, seguido por Rusia, Bielorrusia y Bahamas.

La cifra de más de dos millones de presos en Estados Unidos tiene como uno de sus correlatos que el sistema penitenciario del país demanda más número de guardias que las plantillas de los tres colosos empresariales norteamericanos, General Motors, Ford, y Wal-Mart.

La información no especifica si en ese número está incluido el personal de custodia de las cerca de 200 cárceles privadas que funcionan en el país del norte en la actualidad.

Todo esto a pesar de que el crimen sigue una tendencia descendente desde 1992, según las estadísticas oficiales estadounidenses.

Interrogantes
Con estos números el especialista citado antes, Glen Loury, enfatiza la distorsión que plantea una concentración del 25% por ciento de los detenidos de todo el planeta en en las cárceles norteamericanas, cuando el total de habitantes del país es el 5% de toda la población del mundo.

La consecuencia inmediata de esta relación distorsionada es, naturalmente, lo destacado al comenzar esta información: una tasa de encarcelamiento gigantesca en Norteamérica si se la relaciona con sus similares de otras naciones.

Si bien el analista no logra responder enteramente al interrogante que deja planteado, sí en cambio puntualiza la “implicación racial” del problema.

Luory remarca que la mayoría de los presos en los Estados Unidos son negros o hispanos y más de la mitad de ellos no llegan a superar los once años de escolarización. De esa nómina un tercio cumplen condenas por crímenes violentos, mientras el resto está encarcelado por delitos contra la propiedad o tráfico de drogas.

Lo peor: es que no hay ciudadano común norteamericano que considere que la vida en su país sea segura.

Y ningún funcionario en ese país se animaría a sostener ante la ciudadanía que esa convicción surja de una “sensación”.