lunes, enero 30, 2006

Cárceles en Latinoamérica: agria estadística


En su sitio web BBC Mundo, versión en español, la tradicional emisora informativa británica publicó un extenso informe que enfocó desde varios costados la problemática carcelaria de la región cuyo título principal, “Crisis tras las rejas en Latinoamérica”, adelanta sus conclusiones tras la investigación.

El trabajo periodístico realizado por la cadena británica precisó entre otros datos que Honduras, El Salvador y Bolivia son los países con mayor sobrepoblación carcelaria, de la región mientras que las prisiones de Paraguay, otra vez Honduras y Uruguay alojan el mayor porcentaje de procesados en relación con el total de la población penal.

Por otra parte el estudio aseguró que Panamá, Chile y Costa Rica tienen los mayores índices de encarcelamientos de la región en relación al total de la población del país, al tiempo que Brasil, México y la Argentina son quienes lideran la cifra de detenidos.

La investigación regional demuestra ser ardua, aunque en su costado estadístico debió conformarse con recibir datos actuales -2005- sólo del gobierno argentino, mientras que las cifras del resto de los países debieron ser extractadas del ILANUD (Instituto Latinoamericano de Naciones Unidas para la Investigación del Delito) y corresponden al período 1999-2002.

Según los datos obtenidos el estudio instala a Costa Rica como el país que mejores índices de la problemática penitenciaria registró durante el período informado con sólo 24% de procesados encarcelados y 10% de exceso de detenidos en relación a las plazas disponibles. Costa Rica es una nación de larga trayectoria democrática y políticas estables.

El trabajo decanta en testimoniar que lo básico para pretender una gestión carcelaria bien entendida, plazas suficientes para alojar aceptablemente a la totalidad de los internos, es una expresión de deseos en todo el escenario regional.

“Prisiones y Penas” ofrece a continuación la primera de las conclusiones de la investigación aparecida en el sitio digital de BBC Mundo Vínculo

Sobrepoblación
De acuerdo a la información procesada y trabajosamente reunida por los corresponsales periodísticos de BBC Mundo en Latinoamérica el número de presos de Honduras excedía en más del doble, un 109%, la capacidad de alojamiento de sus prisiones.

El Salvador sigue en la agria estadística con 67% de excedente y Bolivia ve superadas sus instalaciones un 62%. Uruguay y Paraguay registraron al momento de la medición 51% de exceso de detenidos en relación a las plazas disponibles y Chile, hoy encarando un concreto programa de construcciones público y privado, los siguió con el 41% de excedente. El dato acerca de la sobrepoblación requerido por la investigación fue el único no suministrado por el gobierno de la Argentina.

El mayor porcentaje de procesados en relación con la totalidad de su población penal es holgadamente liderado por Paraguay, con un desolador registro de 93%; lo sigue, con 79% de detenidos sin condena la centroamericana Honduras y el Uruguay con 73%. Ecuador y Perú por poco no alcanzan el 70% de procesados, mientras la Argentina se acerca con un 62% de acuerdo a las cifras oficiales.

Panamá, con 335 presos cada 100.000 habitantes sorprende –y reclama un estudio más detallado- al encabezar largamente el índice de encarcelamiento en relación con la población total del país; Chile se instala en el segundo lugar con 212 detenidos cada 100.000 habitantes, y Costa Rica con 176 cada 100.000 se ubica en tercer lugar, también sorprendiendo. Este índice alcanza en Argentina a 84,2 recluidos cada 100.000 habitantes

Por otra parte Brasil, México y la Argentina son quienes lideran la cifra de encarcelados de acuerdo a los datos obtenidos. Brasil, con más de 130 millones de habitantes, encabezó la estadística hasta 2002 con 194.074 presos, México registró 139.707 y la Argentina los sigue con 62.500 presos aunque esta cifra está actualizada con registros de 2005.

A continuación las estadísticas proporcionadas por BBC Mundo: por limitaciones técnicas en lugar de la tradicional tabla se indica en la primera cantidad que sigue al nombre del país la población penal; seguidamente detenidos cada 100.000 habitantes; sobrepoblación; finalmente porcentaje de procesados sobre el total de la población penal

Argentina, 62.500; 84; no informado; 62%.

Uruguay, 4.012; 166; 51%; 72%.

Brasil, 194.074; 137; 32%; 56%.

Paraguay, 4.088; 76; 51%; 93%.

Bolivia, 8.315; 97; 62%; 55%.

Perú, 27.452; 103; 38%; 67%.

Chile, 30.852; 212; 41%; 40%.

Colombia, 57.068; 156; 36%; 41%.

Venezuela, 21.342; 98; 13%; 59%.

México, 139.707; 153; 26%; 42%.

Nicaragua, 7.198; 153; 4%; 31%.

Honduras 10.869; 174; 109%; 79%.

Costa Rica, 6.650; 176; 10%; 24%.

Panamá, 8.517; 335; 37%; 58%.

El Salvador, 6.868; 158; 67%; 50%.

Este listado muestra que en el renglón de sobrepoblación carcelaria al año 2002 los mejores posicionados fueron Nicaragua con sólo un 4% de exceso de detenidos en relación a las plazas disponibles y Costa Rica con 10%.

Asimismo que la menor cantidad de procesados en relación con el total de la población penal también la registran Costa Rica con 24% y Nicaragua que sólo llega al 31% de detenidos sin condena.

También que el menor número de presos cada 100.000 habitantes lo registra Ecuador con 59 y Paraguay con 76.

La menor población penal de la región la tendría Paraguay con 4.088 detenidos y Uruguay con 4.012.

El saldo que arrojan las cifras testimonia el alcance de la postergación que, en mayor o menor medida, caracteriza a la gestión de los sistemas carcelarios latinoamericanos.

Entre otros datos, estas estadísticas reafirman que la problemática de la cárcel, más allá de las épocas y de los signos ideológicos continúa resultando un problema para la política. No resuelto.-


La investigación completa de BBC Mundo puede ser encontrada aquí.

Acerca de Prisiones y Penas

Pocos ámbitos han logrado sustraerse a la avidez por abordar y conocer que impone la época de la información y la comunicación en tiempo real. Uno de ellos, en sujeción a su propia naturaleza, es el de las prisiones.

Comparadas con otros espacios y en dimensión planetaria las cárceles, sus leyes y funcionamiento, también su alma, se mantienen prácticamente infranqueables para quien informa y aún para el estudioso: todavía hoy una nota periodística que ingresa hasta la profundidad de la cárcel desprendida del morbo, los mitos y la fantasía que asocia lo desconocido y se reconcentran tras los muros de una prisión, es considerada un hallazgo, un logro, una primicia. Por lo demás, atrapa.

La barrera que antecede el acceso a las puertas de los penales puede ser fácilmente alzada. Sin embargo institucionalizadamente, es decir sin vulnerar la ley, la cárcel resiste su exposición pública adjudicándole el carácter de una intromisión. Así lo siente.

Es la misma ley que ampara sus secretos cuando le ordena reserva de sus actos y de las identidades que retiene; de esta manera, resguarda de la desnudez lo que, se pensó, debe ser recatado. Además la preserva de las críticas y cuestionamientos, aunque a un muy alto costo: también encarcela la necesidad de la cárcel de ser conocida por el ciudadano, que mantiene sus costosas estructuras a través de los impuestos.

Por estas restricciones legales, muchas veces exacerbadas por los funcionarios, el mensaje penitenciario en relación al de cualquier otra institución gubernamental debe expresarse desde la más extrema soledad y desventaja: quien habla de lo que no puede mostrar siembra sobre todo escepticismos. Más aún cuando la historia asocia a la prisión con las penas degradantes, el tormento y, todavía en estos días, en algunos lugares del mundo, las ejecuciones.

Esa extrema soledad y desventaja de la cárcel en la capacidad de explicar convincentemente su razón de ser y ese sentimiento de intromisión que destila ante la curiosidad o el interés por ella, ocultan la delicada y dura función social que se le demanda, negar a quienes han sido enviados tras sus muros y alambradas, el bien supremo de la libertad.

Tan supremo el valor de la libertad que lo exalta hasta quien la quita: en las sociedades donde no existe la pena capital, enviar a prisión es el castigo mayor que puede imponer el poder del Estado contra un individuo.

Supremo además, por irreversible: nadie es igual tras ser enviado a una cárcel y tampoco nadie es el mismo tras cargar con la firma de una medida o sentencia de prisión. Ni qué decir de quién deba reconocer haber errado en una de esas sentencias y de quien ha debido padecer ese extremo error o arbitrariedad.

Complejo, sensible, filosofal, arduo, abrumador el deber de imponer penas. Sobre todo si son de cárcel. También el deber de las prisiones de hacerlas cumplir. Como que está en juego lo supremo en ello.

Informar sobre el cerrado mundo de las cárceles, sus leyes, sus regímenes, su función, su técnica, sus códigos es contenido de este espacio digital. Con extensión natural y necesaria a los procesos y ponderaciones que desembocan en la aplicación de las penas de prisión, su filosofía, su sentido, su objetivo, sus alcances, sus riesgos.

Espacio concebido como tribuna de información, ideas, opiniones, debate, consulta y reflexión abierto a la participación de instituciones carcelarias; de las autoridades que las administran y conducen; de los gobiernos que las sostienen; de los ministerios que las reglamentan; de los funcionarios que las piensan; de los jueces y tribunales que las utilizan para penar; de los estudiosos; de los interesados.

En fin, de todos aquellos para los que de algún modo la cárcel es un medio, una herramienta, una necesidad, una vocación, un trabajo, un anacronismo, un futuro, un mito o un problema.

Pensado con el ambicioso objetivo de colaborar para mejorar las prisiones y enriquecer, con información, su gestión y el dictado de las sentencias que pueblan las prisiones donde se administra el valor supremo de la libertad. Condición ésta que preanuncia el planteo de ideas y sentimientos opuestos; de posturas y corrientes enfrentadas, de pensamientos y pasiones extremas. Este espera ser un sitio para su difusión.

Un espacio para que se hable de las cárceles, para que se las conozca y se las comprenda, se las cuestione o se las critique llegando hasta sus entrañas, sin morbos, sin mitos, sin fantasías. Desechando los prejuzgamientos. Desnudando sus secretos.

Con respeto a su función, en reverencia al bien supremo de la libertad.-