lunes, enero 30, 2006

Acerca de Prisiones y Penas

Pocos ámbitos han logrado sustraerse a la avidez por abordar y conocer que impone la época de la información y la comunicación en tiempo real. Uno de ellos, en sujeción a su propia naturaleza, es el de las prisiones.

Comparadas con otros espacios y en dimensión planetaria las cárceles, sus leyes y funcionamiento, también su alma, se mantienen prácticamente infranqueables para quien informa y aún para el estudioso: todavía hoy una nota periodística que ingresa hasta la profundidad de la cárcel desprendida del morbo, los mitos y la fantasía que asocia lo desconocido y se reconcentran tras los muros de una prisión, es considerada un hallazgo, un logro, una primicia. Por lo demás, atrapa.

La barrera que antecede el acceso a las puertas de los penales puede ser fácilmente alzada. Sin embargo institucionalizadamente, es decir sin vulnerar la ley, la cárcel resiste su exposición pública adjudicándole el carácter de una intromisión. Así lo siente.

Es la misma ley que ampara sus secretos cuando le ordena reserva de sus actos y de las identidades que retiene; de esta manera, resguarda de la desnudez lo que, se pensó, debe ser recatado. Además la preserva de las críticas y cuestionamientos, aunque a un muy alto costo: también encarcela la necesidad de la cárcel de ser conocida por el ciudadano, que mantiene sus costosas estructuras a través de los impuestos.

Por estas restricciones legales, muchas veces exacerbadas por los funcionarios, el mensaje penitenciario en relación al de cualquier otra institución gubernamental debe expresarse desde la más extrema soledad y desventaja: quien habla de lo que no puede mostrar siembra sobre todo escepticismos. Más aún cuando la historia asocia a la prisión con las penas degradantes, el tormento y, todavía en estos días, en algunos lugares del mundo, las ejecuciones.

Esa extrema soledad y desventaja de la cárcel en la capacidad de explicar convincentemente su razón de ser y ese sentimiento de intromisión que destila ante la curiosidad o el interés por ella, ocultan la delicada y dura función social que se le demanda, negar a quienes han sido enviados tras sus muros y alambradas, el bien supremo de la libertad.

Tan supremo el valor de la libertad que lo exalta hasta quien la quita: en las sociedades donde no existe la pena capital, enviar a prisión es el castigo mayor que puede imponer el poder del Estado contra un individuo.

Supremo además, por irreversible: nadie es igual tras ser enviado a una cárcel y tampoco nadie es el mismo tras cargar con la firma de una medida o sentencia de prisión. Ni qué decir de quién deba reconocer haber errado en una de esas sentencias y de quien ha debido padecer ese extremo error o arbitrariedad.

Complejo, sensible, filosofal, arduo, abrumador el deber de imponer penas. Sobre todo si son de cárcel. También el deber de las prisiones de hacerlas cumplir. Como que está en juego lo supremo en ello.

Informar sobre el cerrado mundo de las cárceles, sus leyes, sus regímenes, su función, su técnica, sus códigos es contenido de este espacio digital. Con extensión natural y necesaria a los procesos y ponderaciones que desembocan en la aplicación de las penas de prisión, su filosofía, su sentido, su objetivo, sus alcances, sus riesgos.

Espacio concebido como tribuna de información, ideas, opiniones, debate, consulta y reflexión abierto a la participación de instituciones carcelarias; de las autoridades que las administran y conducen; de los gobiernos que las sostienen; de los ministerios que las reglamentan; de los funcionarios que las piensan; de los jueces y tribunales que las utilizan para penar; de los estudiosos; de los interesados.

En fin, de todos aquellos para los que de algún modo la cárcel es un medio, una herramienta, una necesidad, una vocación, un trabajo, un anacronismo, un futuro, un mito o un problema.

Pensado con el ambicioso objetivo de colaborar para mejorar las prisiones y enriquecer, con información, su gestión y el dictado de las sentencias que pueblan las prisiones donde se administra el valor supremo de la libertad. Condición ésta que preanuncia el planteo de ideas y sentimientos opuestos; de posturas y corrientes enfrentadas, de pensamientos y pasiones extremas. Este espera ser un sitio para su difusión.

Un espacio para que se hable de las cárceles, para que se las conozca y se las comprenda, se las cuestione o se las critique llegando hasta sus entrañas, sin morbos, sin mitos, sin fantasías. Desechando los prejuzgamientos. Desnudando sus secretos.

Con respeto a su función, en reverencia al bien supremo de la libertad.-