martes, septiembre 12, 2006

El trabajo penitenciario en Estados Unidos


El Departamento de Trabajo de los Estados Unidos ofrece públicamente “oportunidades de trabajo que deben esperarse excelentes” como oficiales correccionales –agentes penitenciarios- para las prisiones estatales y federales, aunque advierte que “el trabajo puede ser agotador y peligroso”.

En su “Manual Ocupacional”, que aparece en el sitio web www.bls.gov, el Departamento de Trabajo demanda postulantes para desempeñarse en algunas de las 3.400 cárceles –sí 3.400 cárceles- estadounidenses con un sueldo promedio inicial –depende de la jurisdicción- de 33.600 dólares anuales, es decir 2.800 mensuales equivalentes a unos 8.700 pesos argentinos.

Añade la dependencia oficial estadounidense que el sueldo mínimo que se paga según estadísticas del año anterior a los agentes penitenciarios en el país es de 22.630 dólares anuales, unos 6.000 pesos mensuales, mientras que las mejores remuneraciones por el mismo trabajo alcanzan a 54.820 dólares por año, casi 15.000 pesos argentinos por mes. La media anual de los sueldos de los empleados nacionales o federales es de 44.700 dólares aclara el sitio, un poco menos que lo percibido por un “supervisor” correccional de la carrera penitenciaria.

“El trabajo en una institución correccional puede ser agotador y peligroso; los oficiales correccionales son agredidos en confrontaciones con los internos, advierte el aviso de empleo como guardia de prisión.

Los agentes carcelarios trabajan generalmente ocho horas diarias, cinco días a la semana, en guardias con horario rotativo y se retiran con 50 años de edad, después de cumplir 25 años de servicio. Reciben sin cargo los uniformes.

Requerimientos
La mayoría de las instituciones exigen para el ingreso de 18 a 21 años, buena salud, ciudadanía estadounidense; educación secundaria; no tener antecedentes delictivos y las perspectivas de ascensos se basan en la realización de estudios terciarios.

Se realizan exámenes psicotécnicos para determinar la aptitud del aspirante para trabajar en una cárcel y se privilegia al postulante que demuestre “rápida capacidad de reacción y buen criterio en la decisión” puntualiza el Departamento de Trabajo norteamericano.

“Con educación, experiencia y entrenamiento, los agentes calificados pueden avanzar al cargo de sargento que supervisan a los oficiales correccionales y son los responsables de mantener la seguridad y dirigir las actividades de la prisión en el área a su cargo. Los oficiales correccionales ambiciosos y calificados pueden ser promovidos a oficiales de libertad condicional y especialistas correccionales del tratamiento” se precisa.

En el ámbito federal los nuevos agentes deben cumplir 200 horas de entrenamiento en el primer año de empleo y 120 horas de entrenamiento especializado en el Centro de Entrenamiento de la prisión de Glynco. Los oficiales antiguos reciben entrenamiento obligatorio anual de actualización en reglamentos y procedimientos.

Responsabilidades
“Los oficiales correccionales son responsables de supervisar a los detenidos condenados y procesados y mantienen la seguridad con responsabilidades en la prevención de disturbios, asaltos, y escapes” dentro de los establecimientos de detención. “No tienen ninguna responsabilidad de aplicación de la ley fuera de la institución donde trabajan” aclara la página.

Añade que aún si deben emplear la fuerza “los oficiales correccionales mantienen el orden en la prisión y hacen cumplir reglas y reglamentos. Además supervisan las actividades y las asignaciones del trabajo de internos, asegurándose que sean ordenados y obedezcan las disposiciones”. Cuando es necesario “los oficiales deben ingresar a las celdas para controlar internos, hacer cumplir la disciplina y requisar los alojamientos en búsqueda de contrabando de armas, drogas y condiciones antihigiénicas”. Asimismo “examinan rutinariamente las cerraduras, barrotes, puertas, como así también el correo y a los visitantes para impedir el ingreso de artículos prohibidos” a la prisión.

El personal trabaja desarmado dentro de los predios penales y todos están provistos de equipos de comunicación; habitualmente dos agentes atienden un pabellón de 50 a 100 internos y “hacen cumplir los reglamentos apoyados en su experiencia, las comunicaciones y el uso de sanciones progresivas, como el retiro de algunos beneficios” al recluso, explica el sitio oficial.

En las instalaciones que alojan a los presos más peligrosos, los oficiales habitualmente dirigen las actividades desde un centro de control computarizado con cámaras de televisión a circuito cerrado. “En estos sectores los internos pueden dejar sus celdas solamente para la ducha, ejercicio solitario o visita y depende de su clasificación el que al abandonar el celular se los espose en manos o en manos con cadenas en las piernas” se explica sin rubores.

Además de estas funciones otros agentes integran los “equipos tácticos de respuesta a disturbios, tomas de rehenes, movimientos de detenidos por la fuerza y otras confrontaciones potencialmente peligrosas” se añade convincentemente.

La mayoría de las aproximadamente 3.400 cárceles en los Estados Unidos son gestionadas por “gobiernos de condado” –municipalidades- bajo jurisdicción de un sheriff elegido y emplean a la mayoría de los oficiales correccionales en estado junto a las prisiones federales, para custodiar “aproximadamente 1,4 millones de delincuentes” alojados.