lunes, abril 14, 2008

Argentina: el lenguaje del tatuaje carcelario


Cuando un preso decide incorporar a su cuerpo el tatuaje de una serpiente enroscada en una espada, no hace otra cosa que manifestar simbólicamente el compromiso que asumió de matar a un policía. Y su promesa no tiene retorno, permanecerá en el detenido.

Este es un ejemplo del alcance de un tatuaje carcelario: se hace presente en un cuerpo más allá de una moda o un adorno, se presenta más allá del porque sí.

El tatuaje entre presos tiene, inequívocamente, la marca de la cárcel: realizado con materiales elementales y sin las prevenciones sanitarias mínimas, su factura de origen, sus rasgos inconfundibles, también quedan incorporados a un lugar del cuerpo de un detenido para siempre.

De amenazas, jerarquías y condiciones
Acostumbrados a flirtear con la muerte y el peligro, no dudan en jugar al filo de la ley. Y a través de los dibujos profieren mensajes amenazantes contra el orden establecido.

Los tatuajes carcelarios responden a un significado bastante específico codificado por los reclusos: muchos expresan agresividad o jerarquía entre la población penal, fundamentalmente la del pabellón de alojamiento; otros buscan destacar simbólicamente los lazos con familiares, en fin, otros exaltan la pertenencia religiosa.

Entre los más difundidos se encuentra la calavera: significa que el portador del tatuaje no dudará en matar ante una situación de enfrentamiento, es una advertencia a la que sus pares convivientes del pabellón deben prestar la adecuada atención.

Los cinco puntos: significan muerte a la policía. Se dibujan cuatro puntos, cuya unión imaginaria con líneas forma un cuadrado, y un punto más en el centro de esa figura: representan a cuatro ladrones y la policía en el medio. Hay variantes de esta figura consistente en reemplazar a los puntos por imágenes en un abanico ilimitado de posibilidades.

Se agrega, como compromiso de muerte a la policía, el antes mencionado dibujo de la espada con una serpiente enroscada a su hoja.

El ataúd en un tatuaje carcelario tiene también traducción sangrienta: una muerte perpetrada por su portador.

Otra variante de tatuajes agresivos que se ven con frecuencia en los presos, son las imágenes de aves de rapiña, animales feroces, espadas y puñales. Ninguna de ellas convoca a la amistad.

El misticismo; la libertad y la rosa
Los tatuajes místicos corresponden a imágenes de santos y vírgenes, cruces o figuras de Cristo y del diablo. Este tipo de tatuajes es muy común en los presos acusados de violación aunque no se circunscriben sólo a esta categoría de criminales, sino que también son usados por presos comunes que buscan ser acompañados en su piel con la fuerza de los emblemas religiosos.

Los tatuajes con dibujos de palomas y pájaros simbolizan algo muy preciado para los detenidos: la libertad. Muchos presos prefieren estas imágenes que les recuerda la vida sin rejas por delante.

Hay también imágenes incorporadas a la piel de flores, estrellas o palmeras u otros árboles y son requeridos por presos que rechazan la violencia. También son utilizados por agnósticos y ateos.
Las imágenes de mujeres desnudas, naturalmente, también son preferidas en las cárceles de hombres y refieren, más que al contenido erótico, a la necesidad corporal de la mujer que está muy lejos, del otro lado de las rejas.

Para sorprender a muchos hay también en la cárcel tatuajes de rosas y manzanas mordidas. Son de exclusiva pertenencia de los presos homosexuales.

En las cárceles argentinas es difícil encontrar a un preso con algún tiempo de encierro que no tenga un tatuaje en el cuerpo.

El pago y los materiales
Hay detenidos que se dedican a realizar las imágenes a cambio de elementos que necesita. Puede ser desde alimentos, pasando por algunas ropas y hasta cigarrillos, “pajarito” -licor tumbero elaborado con frutas- y drogas.

Encarcelado, el tatuador no puede ofrecer mucho más que su habilidad de dibujante. Los materiales con los que trabaja son elementales y es ésto lo que identifica a un tatuaje carcelario, la tosquedad del dibujo junto al color: sólo llegan a las manos del “artista” las tintas de colores de los bolígrafos.

Azul -muy preferido-, negro, verde y rojo, que en todos los casos pierden tonalidad una vez incorporados a la piel, son los colores propios del tatuaje carcelario.

La “pistola” de tatuar: casi siempre el cuerpo plástico del bolígrafo al que se incrusta una aguja especial que permite traspasar las primeras capas de la piel para fijar el dibujo de por vida.

El nivel de dolor al recibir un tatuaje en la cárcel: alto, bastante alto. El significado de un tatuaje en la cárcel también lo es.