martes, marzo 24, 2009

Estudian el consumo de drogas en cárceles a través de sus aguas residuales

Un equipo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Ciencia e Investigación (CSIC) de España, desarrolla un estudio piloto para cuantificar y cualificar el consumo de drogas en las cárceles, a través de la detección de restos de esas sustancias en sus aguas residuales.

A través de estos estudios las jefaturas penitenciarias españolas pretenden determinar el alcance del consumo de drogas en los pabellones de detención y comprobar la eficacia de las medidas que adoptan para controlar su tráfico.

La especialista doctora Miren López de Alda, del Instituto de Diagnóstico Ambiental ibérico, explicó a EFE que la iniciativa se realiza investigando muestras de las aguas fecales de una unidad penitenciaria con una discreción que impide revelar cuál es el establecimiento analizado.

El estudio se basa en aprovechar los restos de orina de los consumidores con las drogas metabolizadas, lo que permite conocer qué sustancias y en qué cantidad se han consumido a través del estudio de las aguas residuales.

López de Alda, que hoy ha ofrecido una charla sobre el método utilizado por el CSIC para detectar la presencia de drogas en las aguas, detalló que se busca detectar cinco clases de consumo de drogas: cocaínicas, opiáceas (como la morfina y heroína), el cannabis, el LSD y los compuestos de la anfetamina (del tipo del éxtasis), a las que se sumará la metadona y un ansiolítico como el Tranquimacín.

El CSIC utiliza el mismo método que ha permitido conocer el consumo aproximado de drogas en algunas zonas por medio de sus aguas residuales, como el realizado recientemente en una depuradora con agua residual de algunos barrios de Barcelona. Entre otros datos, los estudios arrojaron que en la zona estudiada algunos fines de semana se llegaban a consumir hasta 40 mil dosis de cocaína diarias -73 mil si se proyectaba el estudio a la población total del área metropolitana-.

También se hicieron análisis similares en depuradoras de otras siete poblaciones de la cuenca del río Ebro. Del estudio en esta cuenca -que se publicará en breve-, se destaca el consumo de cocaína en Zaragoza o Pamplona, con una estimación de unas cinco dosis diarias promedio cada mil habitantes, frente a las 1,6 de Logroño.

López de Alda subrayó el sorprendente caso del análisis efectuado en julio pasado en la localidad turística de Benicassim, la misma semana en que este municipio acogía el festival de música FIB: el estudio de sus aguas residuales registró un consumo diario de 22,37 dosis de cocaína, y de 24,47 de éxtasis cada mil habitantes.

En general, los informes detectan una mayor presencia de los restos de estas sustancias en el agua conforme se acerca el fin de semana, sobre todo en aquellas drogas relacionadas con el ocio, como la cocaína y el éxtasis.

Pero la tecnología que se utiliza es muy cara, unos 400.000 euros, y por eso habitualmente sólo la pueden financiar las grandes ciudades, apuntó la científica.

La doctora ha explicado que el grado de eliminación de estas sustancias una vez que pasan por la depuradora es variable, y así, mientras el cannabis y sus derivados suelen permanecer, en el caso de la cocaína se eliminan hasta en un 95% sus rastros en el agua.