lunes, mayo 26, 2008

Argentina: cambia el Procurador Penitenciario. ¿Cambia una metodología de enfrentamiento?

Francisco Mugnolo concluirá su mandato como Procurador Penitenciario de la Nación posiblemente sucedido por Silvia Martínez, integrante de la Comisión de Cárceles que funciona como parte de la Defensoría General de la Nación.

El Procurador Penitenciario, que es designado por el Congreso de la Nación aunque con autonomía de gestión como factor vital para la misión que se le encarga, es el defensor de los derechos de los presos en las cárceles y alcaidías dependientes del Servicio Penitenciario Federal(SPF) que hoy alojan casi 10 mil detenidos.

Mugnolo cierra su gestión con un dato más que curioso: tras interactuar durante años con cúpulas uniformadas del SPF sobrellevando mutuamente aunque con naturales altibajos sus funciones encontradas, terminó enfrentado virulentamente con la actual Dirección Nacional del SPF a cargo de Alejandro Marambio, un abogado civil ex integrante de la misma Procuración Penitenciaria Nacional y ex asesor del ministro de Justicia en temas carcelarios.

La dos razones principales: la ponderación como “exageradas” que las distintas direcciones nacionales del SPF -incluso la actual- hicieron de muchas de las recomendaciones -quejas- que formulaba el Procurador sobre la gestión de las unidades de detención y la sobreexposición mediática con la que Mugnolo acostumbró acompañar a sus informes-denuncias.

Al extremo que en conversaciones de pasillos se atribuyó a la gestión Mugnolo una confusión de identidad en el ejercicio de las funciones: se decía que había más preocupación por estar cerca de la prensa, que por estar cerca de los presos. Un duro sarcasmo.

Ciertamente el procurador saliente no eludió el enfrentamiento con la autoridad penitenciaria desde una actitud de superioridad frente al uniformado de gris, aún y cuando las puertas de las cárceles federales fueron abiertas a las inspecciones en cumplimiento de la ley. “Prisiones y Penas” ha sido testigo presencial de esto.

Último informe
El último informe de la gestión Mugnolo en la Procuración fue dramático en su título: “63% de los presos sufrieron maltratos en cárceles federales argentinas”. Esto “demostraría el uso de un alto grado de violencia” en las prisiones del país, dijo.

Es lo que sensibilizó a la prensa y ratificó al SPF la visión "exagerada" y mediática que ha percibido en las denuncias de la Mugnolo. En silencio, el SPF relativiza la entidad de esas denuncias y considera que la forma de presentación da espacio al lector no avezado en la temática para que atribuya a las cárceles federales un buen número de males como propios y particulares. Aunque es sabido que las protestas de mayor peso que formula la Procuración son comunes en los procedimientos a la gran mayoría de los sistemas penitenciarios del mundo, incluso los de los países avanzados.

Así, según la investigación de la Procuración la requisa personal y la sanción de aislamiento “aparecen legitimadas en los establecimientos carcelarios como parte del abanico de acciones del personal penitenciario", lo que es igual en las cárceles del primero al tercer mundo. "Pero encubren prácticas violentas, vejatorias y degradantes”, agrega el informe sin aclarar cuáles son las prácticas.

Dice luego que “en cuanto a la requisa personal, esta se practica en todas las prisiones con variantes”, lo que también se da igual en los distintos sistemas conocidos. Agrega, con una terminología que ofendería a las ideologías progresistas, que “los blancos predilectos” son las mujeres y los jóvenes hasta 24 años.

“El 83% de los presos consultados fue obligado a exponer su cuerpo completamente desnudo y un 24% habló de una modalidad más humillante: desnudo con flexiones para revisar los genitales” -también como en todos los sistemas del mundo-, puntualiza el informe.

El aislamiento individual es la sanción penitenciaria permanente de acuerdo a registros de los últimos diez años de la Procuración Penitenciaria. “Los presos son llevados a celdas especiales, o pabellones diferenciados de los que no pueden salir. Son lugares sin luz, sin camas ni mantas, donde se les raciona la comida. Orinan y defecan en recipientes que se dejan en el interior de las celdas. Un 28% de las personas encarceladas ha sido víctima de este tipo de sanción: la proporción por sexo es tres de cada 10 varones y uno de cada 10 mujeres”, señala el informe.

Es cierto que los presos sancionados son trasladados a “sectores correctivos” de aislamiento individual como en los sistemas generalizados de todo el mundo. En cambio si, como lo afirma la Procuración, también lo es que hay unidades donde estos sectores carecen de luz, camas y mantas y los alojados son obligados a hacer sus necesidades fisiológicas en recipientes que permanecen en el interior de las celdas, esto no es precisamente una humana condición de detención.

La responsable de la Dirección de la Investigación de Procuración Penitenciaria, Alcira Daroqui, concluyó la presentación del informe con una argumentación poco convincente y que pinta la esencia del enfrentamiento con las jefaturas penitenciarias: “negar esta investigación es negar la voz de los presos” subrayó.

Queda para el lector elaborar sus propias conclusiones, aquí con nuevos elementos a su disposición.

Cambiar la metodología
La finalización del mandato de Mugnolo debería clausurar también la metodología del enfrentamiento que utilizó. No sólo será para bien de la nueva Procurador, Martínez, y el sistema penitenciario federal, sino para bien de todos.

Los presos podrán recibir más seguramente si las inquietudes y quejas son tratadas en el terreno de la colaboración.

Porque, fuera de discusión, las cárceles federales argentinas recorren el camino de la humanización desde la restauración democrática en 1984. Es mucha la diferencia entre aquella realidad y la actual; aunque queda mucho por hacer, mucho, y los procesos son ciertamente lentos.