martes, junio 26, 2007

Dura crítica de tribunal a sistema carcelario por pelea mortal entre presos


"No es posible que nos resignemos a que cada vez que se les ocurra a los internos dirimir sus diferencias, debamos encomendarnos a 'San la Cárcel' para que no termine injustamente muerto un interno", afirmó uno de los jueces del tribunal que absolvió el lunes de culpa a un preso acusado por el homicidio de otro detenido durante una pelea en la Unidad 28 de Magdalena, dependiente del Servicio Penitenciario bonaerense(SERPENBA).


El acusado convenciò al tribunal que, a nueve dìas de recuperar la libertad a la que accediò con la absoluciòn, actuò en defensa propia frente a su atacante: "comenzó a tirarme puntazos y, al verme rodeado por un grupo de internos que como es costumbre hace un círculo alrededor de los que pelean, alguien tiró otro arpón al piso", relató.


Los jueces consideraron que "todo este acontecimiento se desarrolló sin que hubiera en el lugar un solo agente del Servicio Penitenciario Bonaerense, siquiera vigilando el patio donde ocurrían los hechos".


"Tal era el estado de desprotección de los encerrados, que tuvieron que romper vidrios del sector para llamar la atención de la guardia para abrir la puerta que permitiera conducir al herido a Sanidad, todo con mucha lentitud ante el temido motín lo que demoró la atención del herido", se precisó en el veredicto absolutorio.

La crìtica
Por este escenario el magistrado Emir Caputo Tártara criticò las falencias del sistema carcelario de la provincia de Buenos Aires y se quejò de que "no es posible que nos resignemos a que cada vez que se les ocurra a los internos dirimir sus diferencias, debamos encomendarnos a 'San la Cárcel' para que no termine injustamente muerto un interno".


Agregó ademàs y con ironía que el interno asesinado "estaba bajo la custodia y responsabilidad del Estado, por aquello de las cárceles serán limpias y sanas para seguridad de los privados de libertad ambulatoria, tal como lo establece el artículo 18 de la Constitución Nacional".


En otros pasajes de sus dichos Caputo Tàrtara interrogò: "¿No habrá llegado el momento de cambiar la estrategia, de probar con nuevos métodos que establezcan una auténtica salvaguarda de la integridad física y vida de seres humanos bajo la èjida de la custodia estatal?".


Advirtiò luego su esperanza de "que no se nos venga de modo oportunista a decir que la demora del trámite judicial motiva estos sucesos, al estar harto probado que estos lamentables hechos se suscitan sin discriminar, entre procesados y penados, recién ingresados y antiguos habitantes del sistema", alertó Caputo Tártara.


A su voto adhirieron sus pares del Tribunal Oral en lo Criminal IV, Juan Carlos Bruni(h) y Gloria Berzosa, absolviendo al acusado Ezequiel Somorrostro al actuar en legítima defensa de su vida.


En el juicio oral los jueces sólo dieron por acreditado que "el 9 de agosto de 2002, cerca de las 15,30, en el patio de recreo de los pabellones 7, 8, 11 y 12 de la Unidad 28, un preso, con la utilización de elementos punzo-cortantes (facas/arpones) a fin de defender su integridad física y/o vida, produjo heridas punzantes en el detenido Ramón Ayala Pacheco, una de ellas en la zona clavicular derecha perforando la vena subclavia, lo que le ocasionó la muerte por hemorragia masiva".

Los hechos
Iniciada la pelea Somorrostro hiriò en la cara a su contrincante. "Esto ya fue, andá a sanidad y curate" dijo el imputado a Ayala, segùn lo considerado en el fallo que dio por acreditado que quien se defendìa aconsejò al agresor, sangrante, que desistiera de la pelea.


Ayala no escuchó este pedido y gritó que la pelea seguirìa “hasta que uno de los dos quede en el piso”. Al continuar el enfrentamiento llegò la herida mortal, tras la que los detenidos cubrieron con una manta al herido y el mismo acusado lo trasladó a la sala de sanidad del establecimiento, donde murió minutos después.


El fallo tuvo en cuenta la confesión del imputado. "Ayala guitarreó con los arpones (que en la jerga carcelaria significa entrecruzarlos y golpearlos, a modo de desafío) y me dijo: “gordito enfierrate y vamos a pelar ", relató Somorrostro.


También dijo que a nueve dìas de obtener la libertad trató de evitar la pelea, pero no tuvo alternativa. El tribunal le creyó.