Según "La Nación" cada preso cuesta a la gente $ 4.600 por mes. No comparar!!
El diario “La Nación” informó que “el gobierno nacional destina unos 4600 pesos por mes por cada uno de los 9.510 presos” que aloja el Servicio Penitenciario Federal (SPF) en el país.
“Esa cifra surge de dividir por la cantidad de internos el presupuesto total anual del SPF: 530 millones de pesos, que comprenden salarios del personal penitenciario en actividad y retirado, traslados de detenidos, medicamentos, mantenimiento de cárceles y fondos para la construcción de nuevos centros de detención” explica el diario, aunque debe aclararse que esto último representa erogaciones sólo para mejoras de los penales y no para la construcción de nuevas unidades de detención cuyo presupuesto es gestionado por los Ministerios de Justicia y Derechos Humanos y de Planificación Federal de la Nación.
En la cartera de Justicia a cargo de Alberto Iribarne –de donde depende el SPF– “se sostiene que el costo promedio por recluso federal es de 14.400 pesos por año, es decir, 1200 pesos por mes, pero sólo en concepto de comida y alojamiento” indica “La Nación”, aunque este guarismo no incluye los enormes gastos a los que obliga el ininterrumpido traslado de detenidos a los juzgados y entre los establecimientos –alrededor de 1,5 millones de kilómetros por año; sí un millón y medio de kilómetros por año-, el costo de los medicamentos para los casi diez mil detenidos y también el gasto en sueldos del personal penitenciario en actividad y retirado.
Comparado con cifras internacionales lo que el SPF gasta en todo concepto por cada preso equivale a 17.862 dólares anuales, mientras en Estados Unidos, uno de los cuatro países con mayor población carcelaria del mundo, el mantenimiento de sus 2,2 millones de presos cuesta 27.300 dólares por año al gobierno federal, es decir casi el doble del costo en el sistema federal argentino según la investigación del prestigioso diario.
Debe subrayarse que el presupuesto anual penitenciario norteamericano es de 60.000 millones de dólares, más de cien veces el que gestiona el SPF cada año.
A su vez, 11 dólares diarios cuesta mantener un preso en México o en Chile, mucho más barato de lo que gasta España, que paga casi 80 euros (100 dólares) diarios por preso” añade el medio informativo.
Como se verá después, precisar comparativamente la composición de los costos de un sistema carcelario es una temática densa y de difícil resolución, donde es preciso abundar en aclaraciones ya que cada país –y dentro de ellos cada sistema- incluye o descarta rubros de gastos de acuerdo a sus organigramas presupuestarios.
Más gastos
“A mayor rigurosidad del sistema, más caro sale mantenerlo. El sistema carcelario con penales de máxima seguridad resulta muy costoso. En cambio, el sistema semiabierto es más barato, pues las condiciones de seguridad disminuyen ya que no se necesitan tantos agentes penitenciarios, ni tanta infraestructura", explicó acertadamente una importante fuente del Ministerio de Justicia” al diario.
Se añade que "el sistema penitenciario también es caro porque hay que tener en cuenta que todo lo que ocurra con el preso es responsabilidad del Estado, que está obligado a garantizar los derechos y la vida del interno. Además, en otros países los servicios penitenciarios no tienen personal para el traslado de los detenidos, debido a que esa tarea la realiza la policía. Tampoco tienen profesores o maestros ni médicos, como es el caso del SPF", explicó la fuente ministerial consultada.
De hecho, entre el 60 y el 70 por ciento del presupuesto del servicio corresponde al pago de salarios y jubilaciones del personal penitenciario. Si se toma como base que cada preso "cuesta" 14.400 pesos, el presupuesto para alojamiento y comida llega a casi 137 millones de pesos.
"Resulta muy difícil calcular exactamente cuánto cuesta mantener a un preso. Porque a aquella cifra también habría que sumarle lo que el Estado gasta en el servicio de justicia -traslado y custodia de detenidos en tribunales-, y eso es casi imposible de estimar", sostuvo la fuente.
Otro rubro oneroso es el de mantenimiento de las cárceles. Más allá del desgaste de cualquier construcción, en cada revuelta o motín el saldo es de grandes destrozos, además del deterioro diario provocado por las reacciones de una importante cantidad de presos cuando pierden la libertad.
"Hay que entender que en la cárcel no rige la lógica de afuera. El preso no cuida su calabozo como cuidaría su casa. Cuando se hace el cálculo de lo que cuesta mantener a cada preso también se debe tener en cuenta todo el sistema penal, porque el servicio penitenciario es el último eslabón de la cadena", concluyó el especialista en temas carcelarios.
Como se verá después, precisar comparativamente la composición de los costos es un tema denso y de difícil resolución, donde es preciso abundar en aclaraciones ya que cada país –y dentro de ellos cada sistema- incluye o descarta rubros de gastos de acuerdo a sus organigramas presupuestarios.
En Buenos Aires
La reciente y de cárceles bonaerenses puso en foco, otra vez, la crisis penitenciaria argentina, con unidades superpobladas y derruidas y presos que, por la mora judicial en la resolución de sus casos, cumplen virtuales condenas anticipadas en prisión preventiva.
En tanto en Buenos Aires, donde estalló la última crisis carcelaria con la modalidad de huelga de hambre protagonizada por alrededor de 14 mil reclusos, el Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB) cuenta con casi 15.000 efectivos para custodiar a 24.600 detenidos, lo que representa una relación de casi un penitenciario cada dos presos -el SPF con 9510 presos alojados cuenta con 9000 guardias, lo que baja la relación a un agente por preso, aunque la dispersión geográfica del sistema federal relativiza un tanto esa cifra.
De los 540.123.000 pesos del presupuesto anual del SPB, 427 millones se gastan en sueldos del personal penitenciario, y 56 millones, en alimentos.
Esto significa que el gobierno bonaerense gasta 1866 pesos por año, o 155 por mes, en dar de comer a 24.600 reclusos y a 5000 agentes.
La policía bonaerense mantiene en los calabozos de sus comisarías a 4000 presos. Es, en los hechos, el cuarto servicio penitenciario del país, con algunas seccionales superpobladas, donde la atención de los detenidos es mucho más barata.
El Ministerio de Seguridad provincial no tiene un presupuesto específico para la alimentación de los presos. En la mayoría de los casos, sus familiares deben llevarles la comida. Sólo en algunas comisarías los presos comen lo mismo que los policías.
Costo en las provincias
En Córdoba, hay en la actualidad 5498 presos detenidos que representan un gasto total de 40,79 pesos por día para el gobierno provincial.
En La Rioja, el gobierno provincial gasta alrededor de 15 pesos por día en la alimentación de cada preso.
En la provincia de Formosa no existe un servicio penitenciario propio, pero según el Ministerio de Gobierno, Justicia y Trabajo, cada preso le cuesta 37 pesos por día.
En Salta, el gobierno gasta aproximadamente 37 pesos por día para mantener a cada presidiario.
En Entre Ríos, el costo para mantener un preso es de casi 46 pesos. El gobierno paga 1380 pesos mensuales para mantener a cada uno de los 903 reclusos alojados en las cárceles provinciales.
Aclaración más que importante (y sugerencia)
Como antes se dijo, comparar la composición de los costos de un sistema carcelario es una temática densa y de difícil resolución, donde es preciso abundar en aclaraciones ya que cada país –y dentro de ellos cada sistema- incluye o descarta rubros de gastos de acuerdo a sus organigramas presupuestarios. Esto es la síntesis de todas las cifras que arrojó la información de “La Nación” y de cualquier otro estudio realizado hasta la actualidad.
De esto que, como ya lo indica el título, comparar costos entre países y sistemas confunde al considerarse distintos parámetros en cada una de las mediciones, según las estructuras estadísticas a las que se recurrió.
Una sugerencia de “Prisiones y Penas” para intentar homogeneizar cifras comparativas de los sistemas carcelarios sería descartar inicialmente los servicios que prestan cada uno de ellos –alimento; salud; trabajo; educación y esparcimiento por ejemplo- para enfocar el dato sobre el número de puestos de guardia que demanda cada uno de los sectores de detención: se contaría aquí con el costo de “seguridad“ del sistema.
Si bien igualmente sería muy difícil hallar el costo de “seguridad” de otros países –según los parámetros elegidos en el párrafo anterior- por lo menos el gasto en la Argentina adquiriría una identificación fija que serviría mejor para comparar cifras que cualquiera de los factores que se toman en cuenta hoy, para no llegar a ninguna precisión.
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