sábado, julio 04, 2009

Psicópatas en la cárcel: los sin tratamiento

Las psicopatías son alteraciones psíquicas que mantienen íntegras las funciones perceptivas y mentales, pero donde está patológicamente alterada la conducta social del individuo que la padece.

Para mayor precisión, que lleva a no considerar a todos los alterados psíquicos como psicópatas, se suele definir a estos enfermos como los que “sufren o hacen sufrir por su anormalidad”.

La personalidad psicopática se da en individuos que deben satisfacer necesidades especiales y para ello hacen un uso particular de su libertad, valiéndose de códigos propios y utilizando a las otras personas como cosas. La psicopatía no es algo que se adquiere, sino que es una alteración que llega con el nacimiento y se traduce en una manera distinta de ser en el mundo.

A modo de ejemplo: el psicópata depresivo es la persona melancólica, con un rango de humor debajo del normal por carencias en el sentido del placer, pesimismo sobre el futuro y falta de alegría en general. El psicópata es una manera de ser, siempre es así, a diferencia de alguien en fase depresiva que, una vez superada ésta, vuelve al rango de humor normal.

Para los incluso no adentrados en los temas médicos y criminológicos, un acto de violencia brutal e innecesaria nos lleva a concluir sin otra consulta que su autor es un psicópata.

En Argentina, por ejemplo, hechos de violencia brutal e innecesaria como los de “el francotirador de Belgrano”, aparecen como nítidos referentes psicopáticos.

No obstante la crueldad de muchos de los actos de los psicópatas peligrosos, estos individuos no reciben en las cárceles ningún tratamiento diferenciado. Y la referencia es hacia las cárceles del primero, segundo y tercer mundo.

Es frecuente que sentenciados como culpables de violar, torturar y asesinar a sus víctimas sean declarados psicópatas y encarcelados para ser sometidos –si es que es su voluntad- al tratamiento resocializador. Justamente cuando una personalidad de estas características, es de casi imposible resocialización.

No obstante esta gruesa contradicción, nadie ha pensado en la posibilidad de elaborar un tratamiento para el psicópata encarcelado.

Trabajar desde el error
En las cárceles aún se trata a estos psicópatas por el delito que cometieron, no por su trastorno mental. Y en los últimos años se ha demostrado que los psicópatas necesitan tratamientos diferenciados.

Los especialistas aseguran que incorporados a las terapias psicológicas comunes estos individuos aprenden del terapeuta y luego utilizan ese conocimiento para lo que lo que es conocido de este tipo de personalidades: manipular a quienes están a su alrededor, terapeuta incluido, y empezar a recoger beneficios del régimen penitenciario y legal.

¿Por qué no hay tratamiento para los psicópatas en las cárceles? Porque los manuales de enfermedades mentales, por ejemplo los de la Asociación Americana de Psiquiatría, no lo reconocen como trastorno. Mientras tanto, para los juristas la psicopatía es cualquier trastorno de personalidad y se sumergen en la confusión sobre sus características, opinan los expertos.

En contraste, los nuevos estudios calificados como “rigurosos” sostienen que la psicopatía es un trastorno de la personalidad de características particulares. En psiquiatría a escala internacional el examen por excelencia para detectar psicopatías es la PCL R (Escala de Calificación de la Psicopatía Revisada), ideado por Robert Hare, de la Universidad British Columbia, en Canadá.

No se conoce que este test se realice sistemáticamente en las cárceles americanas y europeas.

Por consiguiente y según los especialistas en tratar esta alteración, los psicópatas encarcelados son sometidos a programas de atención que no los benefician y no se les suministra un tratamiento específico para su problema.

El final: al recuperar su libertad vuelen a las calles con la misma, o peor por efecto del encierro, alteración mental que los llevó a la cárcel.