domingo, junio 07, 2009

Los "jailhouse lawyers": presos que defienden presos

El número de “jailhouse lawyers” en las cárceles es más de lo que podría imaginarse. Son los detenidos que se defienden personalmente, sobre todo en los Estados Unidos donde las leyes de muchos estados permiten hacerlo sin la participación de abogado defensor.

En otros países como la Argentina, por ejemplo, el letrado es obligatorio en la tramitación de las causas penales, aunque son muchos los presos que buscan estudiar leyes para mejorar su condición judicial y la de sus compañeros de encarcelamiento, como así también para procurar mejoras en su régimen de detención.

Mumia Abu-Jamal es uno de ellos y, desde el pabellón de la muerte de una cárcel norteamericana en Pensilvania, dedicó su sexto libro “Abogados desde la cárcel: presos que defienden presos contra Estados Unidos", precisamente a los presos que defienden presos.

Supo que la obra se publicaría a través de una editorial en coincidencia con una negativa de la Corte Suprema de los Estados Unidos a revisar su caso, lo que vuelve a abrir el camino hacia su ejecución.

Mumia presenta las palabras y vivencias de una treintena de "jailhouse lawyers" que conoció personalmente o a través de cartas, la gran mayoría iniciados en el derecho como autodidactas a través de lo que han leído y estudiado en la prisión, donde lo que sobra es el tiempo.

Dice Mumia, como uno de ellos, tal vez el más famoso: “no se han olvidado de pelear; no se han olvidado de ayudar a los otros presos, a veces los más indefensos y muchos han salvado vidas de otros, condenados a muerte. Otros han obtenido mejoras para situación de los encarcelados”.

Barry “Running Bear” Gibbs (el Oso) logró que su propia sentencia de muerte fuera revocada igual que las de otros dos presos. Se acuerda de cómo se sintió cuando uno de los jóvenes le informó de las buenas noticias. Dijo el Oso: “salvar la vida a alguien por medio de tinta y papel es una experiencia grata e inolvidable”.

En este libro de Mumia, se conocen a presos políticos, de presos rebeldes y de presos revolucionarios como Rashaan Brooks-Bey, armador de huelgas y otras medidas de protesta por los derechos de los presos. Junto a Russell Maroon Shoatz, Robert Joyner y Kareem Howard, enfrentaron frontalmente a los jueces y cargaron contra los policías; Iron Thunderhorse, defensor de los derechos de presos, hoy ciego y Ed Mead, originalmente un preso social que se volvió activista por los derechos de los detenidos y cofundador de Prison Legal News.

En el libro, también se conocerá a Steve Evans, que estudió derecho en la cárcel y enseñó a otros presos cómo defenderse judicialmente, excluyendo expresamente a los buchones –soplones- y violadores de niños.

Warren Henderson, que lo siguió, aprendió a leer en prisión antes de estudiar el derecho. Luego, al recuperar la libertad, robó libros para organizar una biblioteca en su barrio que sirviera para favorecer la defensa de delincuentes y pandilleros. Midge DeLuca, aún con cáncer, ayudó a otras presas enfermas adhiriendo a la frase de la poetisa Audre Lorde: “sólo nuestros silencios nos lastimarán”.

Richard Mayberry empezó sus batallas para autodefenderse en los años ’60 y a pesar de los reiterados castigos en celdas de aislamiento, obtuvo logros como la demanda que ganó en 1978 por la que consiguió drásticos cambios en los regímenes de detención de varios estados.

En 1971, David Ruiz levantó una demanda contra el sistema carcelario del estado de Tejas, que llevó a amplias reformas ordenadas por la justicia. En Pensilvania a principio de los años ‘80, una demanda presentada por Rashaan Brooks-Bey de parte de todos los presos logró que se cerraran sectores de castigo en la prisión de Pittsburgh. Los presos ganaron dos horas de ejercicio al aire libre en lugar de quince minutos, servicio de lavandería, tapas para las viandas de comida y la prohibición del procedimiento de desnudarlos varias veces cada vez que recibieran visitas.

En California, Jane Dorotik presentó apelaciones que resultaron en la libertad de mujeres ilegalmente encarceladas en el penal Chowchilla.

Los “jailhouse lawyers”, hacen sus planteos ante jueces, fiscales y personal carcelario que la mayoría de las veces no están bien dispuestos con esta representatividad de los presos que defienden a presos. Además lo hacen en medio de la falta de recursos y la apatía de la sociedad.

Los presos-abogados que desde la cárcel defienden a sus compañeros presos con frecuencia pierden sus casos, pero las victorias que han obtenido los incentivan a proseguir con el ideal de justicia que ellos pretenden desde su particular condición.