jueves, febrero 14, 2008

Desde Perú dicen: "Sistemas carcelarios en Latinoamérica son bombas de tiempo"

“Si queremos una mejor seguridad ciudadana, menos delitos en nuestras calles, invertir en los sistemas carcelarios es la mejor propuesta, ya que el eslabón más sensible de la seguridad ciudadana son precisamente las prisiones”.

La síntesis anterior pertenece a César Ortiz Anderson, titular de la organización “Aprosec”, especialista y ex asesor de políticas penitenciarias del Ministerio de Justicia de Perú en 2002, según informa en el correo que envió a “Prisiones y Penas” cuyo contenido se reproduce casi totalmente por reflejar la actualidad de las cárceles de muchos países de nuestra región. Esta página agradece a Ortiz Anderson su contacto. A continuación el texto que llegó a nuestro correo de lectores.

“En casi la mayoría de prisiones de Latinoamérica los reclusos conviven en condiciones infrahumanas, por ello no es de extrañar que ocurran huelgas de hambre, reyertas y motines que por lo general deja un numero importante de muertos y heridos.

Los internos casi siempre reclaman tres cosas básicas: solución del problema de hacinamiento, mejor atención sanitaria y mejor alimentación. Si bien la gran mayoría de internos responden por sus delitos cometidos, deben recibir un trato digno y humano.

Hay que estar "in situ" en las cárceles, no existe otra forma de conocer esa oscura realidad. Al trabajar en 2002 como asesor del Ministerio de Justicia y asesor del presidente del Instituto Nacional Penitenciario(INPE), en las visitas que realicé a las prisiones de la ciudad, incluso de madrugada, pude comprobar que los problemas de hacinamiento, falta de seguridad, higiene y violencia son una realidad.

El panorama es sombrío, lamentable y dramático; cada pabellón después de las 7 de la tarde es tierra de nadie y los "delegados" son los responsables por lo que pueda suceder, ya que un solo policía queda en la primera reja y es toda la garantía que hay por pabellón. Por la falta de seguridad, los cabecillas de bandas dentro de las cárceles manejan los delitos violentos como secuestros, asaltos u homicidios. En estas condiciones se hace imposible rehabilitar a los internos.

Muchos ciudadanos se preguntan por qué invertir en prisiones si hay prioridades mas importantes como salud y educación: puedo decir que es importante invertir en las prisiones por que es allí donde se recicla el delito; los internos más temprano que tarde ganaran las calles de nuevo, salen con más conocimiento criminal con el que entraron y la reincidencia delictiva es muy alta.

Los delitos en la ultima década crecieron en cifras importantes y no hemos realizado una política de inversión en la materia. Por ello sería aconsejable entre otras propuestas mejorar de forma inmediata la infraestructura penitenciaria a nivel nacional -una necesidad generalizada en toda Centro y Sudamérica-; implementar equipos y sistemas de seguridad como cámaras C.C.T.V., bloqueadores de celulares y equipos de rayos X detectores de metales, entre otros equipamientos que permitan garantizar la seguridad externa e interna de los penales.

Si bien es cierto que tenemos que construir mas prisiones en el país por el hacinamiento existente, en mi opinión debemos realizar el mayor esfuerzo en trabajar a fondo los factores que provocan el aumento de los delitos y, por ende, de los enviados a prisión. La política penal debe ir de la mano con una buena política social, sobretodo si más del 60% son internos de menos de 29 años.

Realizar los mayores esfuerzos para reforzar los programas de rehabilitación y reeducación carcelarios; canalizar los controles necesarios para garantizar un nivel básico de atención de las necesidades en alimentación salud y bienestar de los internos y favorecer la reincorporación de los internos a la sociedad.

Finalmente, si queremos una mejor seguridad ciudadana, menos delitos en nuestras calles, invertir en los sistemas carcelarios es la mejor propuesta, ya que el eslabón más sensible de la seguridad ciudadana son precisamente las prisiones", concluye el envío del especialista peruano César Ortiz Anderson.