jueves, diciembre 11, 2008

Masacre en cárcel de Coronda: condenaron a nueve detenidos

La justicia santafesina condenó a nueve de los quince procesados por la masacre en la cárcel de Coronda donde murieron 14 presos rosarinos. A seis de ellos, el juez de la causa, Mauricio Frois, los sentenció a prisión perpetua en tanto a los otros tres, a 10 años de cárcel. A todos los declaró reincidentes.

Seis de los imputados fueron absueltos de culpa y cargo, aunque dos seguirán en prisión por otros delitos en los que fueron imputados. El fiscal de la causa, Carlos Romero, había solicitado la máxima pena para los quince acusados. En tanto los abogados defensores habían pedido la absolución de sus clientes. El fallo no está firme y no se descarta que pueda ser apelado tanto por el integrante del ministerio público como por los defensores de los internos.

De acuerdo con la información a la que pudo acceder Diario UNO -Santa Fe-, el juez Frois priorizó las declaraciones de los agentes penitenciarios por sobre los testimonios de los internos. El magistrado habría considerado que los dichos de los penitenciarios tienen mayor entidad que las manifestaciones de los reclusos, debido a que hay indicios de que éstos podrían haber asumido una actitud mendaz para favorecer y encubrir o para incriminar falsamente a compañeros de pabellón

El juez Penal de Sentencia de la Cuarta Nominación condenó a prisión perpetua a los reclusos Oscar Gutiérrez, Luis Romero, Carlos Aranda, Ariel Rojas, Rodrigo Romero y Juan Pablo Massa, omo culpables de ser coautores de los delitos de privación ilegítima de la libertad coaccionante agravada por haberse logrado el propósito y homicidio calificado por alevosía y el concurso premeditado de dos o más personas reiterado en catorce oportunidades en concurso real".

En tanto los internos, Rafael Lemaire, Juan Pablo Cantero y Marcelo Enrique, fueron condenados a diez años de prisión por encontrarlos "coautores penalmente responsables de los delitos de privación ilegítima de la libertad coaccionante agravada por haberse logrado el propósito”. Por último a otros seis reclusos los absolvió de culpa y cargo y dispuso su libertad bajo caución juratoria.

Asimismo cuatro penitenciarios quedaron imputados por la masacre en la cárcel de Coronda donde murieron 14 internos oriundos de Rosario el 11 de abril de 2005, tras el sobreseimiento de 11 funcionarios del Servicio Penitenciario de la provincia que se conoció hace un mes. El juez de Instrucción de la 5ª Nominación Darío Sánchez procesó, ordenó la prisión preventiva y trabó embargos contra Oscar Yosviak y Eduardo Marchesín por “incumplimiento de los deberes de funcionario público en concurso ideal con homicidio culposo agravado en 14 oportunidades”. Y a Oscar Mansilla y Carlos Monti por "incumplimiento de los deberes de funcionario público en concurso ideal con homicidio culposo agravado en 4 oportunidades (las ocurridas en el pabellón 1)”.

El juez sobreseyó al ex director del Servicio Penitenciario de la gestión Obeid y actual concejal, Fernando Rosúa, y al subdirector Walter Rossini. También el jefe Correcional de la Dirección General, Eduardo Leclerc, el titular del Cuerpo Penitenciario, Evaristo González; los jefes ayudantes del ala norte (los pabellones donde se produjo la masacre) Lorenzo Miguel Ricca, Humberto Orsi y Marcos López Castro; los jefes de Correccional, Marcelo Caligaro, Manuel Benegas y el jefe y suboficial coordinador del sector Daniel Ferreyra y Darío Peralta.

El juez concluyó que la matanza no fue un enfrentamiento espontáneo entre rosarinos y santafesinos como se dijo oficialmente, sino un plan diseñado para vengar “las actitudes de los internos que atacaban a las visitas” rompiendo así un código carcelario.

Para sostener ese argumento, el magistrado tomó en cuenta un dato fundamental: la matanza selectiva estuvo conducida por J.J.A., apodado "el rosarino Gareca", originario de esa ciudad, quien en su declaración judicial relató: “se trató de motivos personales; es de público conocimiento, tanto por parte de los celadores como de las autoridades del penal, que los rosarinos se estaban portando mal en el patio de las visitas. Molestaban a la visita y nosotros tenemos un código que a la visita no se la molesta. Le afanaban cosas, por ejemplo. Así no se podía convivir y las autoridades lo sabían”, dijo el imputado al juez de Instrucción.

Sánchez determinó, además, que la matanza fue favorecida por la conducta inapropiada de los guardias procesados que facilitaron que los tomen de rehenes para avanzar de un pabellón a otro y que la dirección del penal no impartiera las órdenes para detener el andar de la horda criminal. A pesar de lo frondoso de las responsabilidades, otras situaciones trascendentales no se han dilucidado aún, lo que se concretará en la etapa del plenario con la amplitud que la situación requiere” le dijo a Diario UNO, Ricardo Bernárdez Varela, abogado de los imputados.

“Ignoro el detonante“
El motivo estructural por el que se produjo la masacre lo tengo claro: una superpoblación infernal que iba a terminar en estallido. Pero el detonante puntual de la masacre lo ignoro hasta ahora”, dijo Fernando Rosúa, entonces funcionario a cargo del Servicio Penitenciario provincial.

“Una de las hipótesis del origen era una oposición contra nuestra política. Pero no tengo certeza de eso. Por mucho tiempo las cárceles eran variable de ajuste de la acción policial: había existido una política penitenciaria subordinada a la política policial”.“Para resolver el problema policial, las instalaciones del SP se saturaron con presos derivados desde instalaciones policiales, se habían eliminado los trabajos en talleres, se colocaron dos y hasta tres internos por celda. No se hacían cárceles nuevas y se mandaba más gente a las cárceles superpobladas que existían”dijo a UNO.

“Cuando yo asumí en Coronda había 1.560 internos en un lugar con capacidad para 900. Yo advertí al asumir que la situación era una bomba que iba a explotar. Esta conflictividad infernal, más allá del detonante puntual, llevó a la masacre”, sostuvo el ex director del Servicio Penitenciario.

Foto: típica imagen posterior a un desorden carcelario, el estado en que quedó uno de los pabellones de Coronda por la feroz pelea.